Las estadísticas muestran que en los países industrializados, el número de personas diagnosticadas con síndrome metabólico está aumentando drásticamente. En promedio, estamos hablando de un 30-40% de la población adulta, alcanzando el 60% en el caso de algunos grupos étnicos¹.
El síndrome metabólico no es una enfermedad aislada, sino más bien un término amplio que se usa para la combinación de factores que afectan de manera constante y negativa los parámetros metabólicos. Además, sin cambiar los hábitos diarios, la enfermedad tiende a progresar.
Este artículo describe por qué surge el síndrome metabólico, cuáles son sus riesgos para la salud y tratamientos. ¿Se puede curar?
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El síndrome metabólico es el término médico para referir a la combinación de obesidad, diabetes e hipertensión arterial. Aunque estas enfermedades se conocen desde hace mucho tiempo, comenzaron a unirse en un solo concepto a partir de la década de 1950, y en 1990 se formaron criterios modernos para definir una enfermedad “generalizada”.
Las causas de aparición del síndrome metabólico se pueden dividir en primarias y secundarias. Las primarias son el consumo de alimentos ultraprocesados y un estilo de vida crónicamente sedentario. Secundarias: aumento de grasa excesiva en el abdomen (obesidad visceral) y el cambio asociado en los niveles hormonales.
El problema se agrava por el hecho de que el síndrome metabólico es una condición progresiva. Algunos científicos proponen considerarlo como un estado especial de acumulación de grasa, comparable a los animales en hibernación, cuando factores externos conducen a un cambio importante en el metabolismo³.
Según los criterios de los organismos cardiológicos internacionales³, la presencia de síndrome metabólico en una persona se reconoce cuando se detectan al menos tres de los cinco síntomas siguientes:
La presencia de tres o más factores de la lista anterior de criterios de síndrome metabólico se asocia con un mayor riesgo de trastornos hormonales, el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y de otro tipo, así como la probabilidad de aumentar aún más de peso.
Entre los problemas de salud asociados con el síndrome metabólico se encuentran los niveles altos de cortisol, la inflamación crónica, los trastornos hemorrágicos, la disfunción eréctil y la disminución de los niveles de testosterona en los hombres.
El síndrome metabólico en mujeres posmenopáusicas puede alterar los procesos de reabsorción de calcio, afectando el desarrollo de la osteoporosis. Recuerde que una de cada tres mujeres después de los 50 enfrenta fracturas asociadas con una disminución de la densidad ósea.
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La obesidad visceral asociada con el síndrome metabólico es en sí misma un trastorno metabólico grave. Cuanta más grasa interna haya en el abdomen (y mayor sea el grado de obesidad visceral), más graves serán las consecuencias para la salud.
Primero, el trabajo del sistema cardiovascular se dificulta (el colesterol y la presión arterial aumentan), así como existen riesgos para el sistema musculoesquelético y las articulaciones. Al mismo tiempo, el aumento de grasa visceral es capaz de alterar la producción de hormonas, afectando directamente el metabolismo.
Este es el caso de las hormonas clave de la saciedad y el hambre: leptina y grelina. Estas hormonas se producen en base a cuanta grasa haya en el cuerpo y es un mecanismo milenario que nuestro cuerpo tiene para controlar las ganas de comer.
En las personas con síndrome metabólico este sistema falla, la producción de estas hormonas se altera y el hambre se descontrola. Por eso es que en presencia de obesidad es tan difícil controlar el apetito. Si no se recurre a tratamientos, la consecuencia es un mayor agravamiento del exceso de peso y del síndrome metabólico.
En las etapas iniciales, el síndrome metabólico (más precisamente, el aumento de los niveles de glucosa, la presión arterial y los trastornos del metabolismo de los lípidos) se corrigen con éxito con una dieta saludable, el aumento de la actividad física y el abandono de los malos hábitos.
El desafío clave en este caso es reducir la cantidad de grasa visceral en el abdomen. Para la prevención y el tratamiento del síndrome metabólico, se puede recomendar a los pacientes tanto la dieta mediterránea como la dieta DASH, diseñada para combatir la hipertensión.
Además, para las personas con un IMC alto, o diabetes tipo 2 su médico o nutricionista puede recomendar cambiar a una dieta baja en carbohidratos, o una dieta cetogénica por períodos de tiempo cortos, no mayores a un año.
Los cambios lentos pero graduales son la clave del éxito en la lucha contra los síntomas del síndrome metabólico. Las expectativas que son demasiado altas para perder peso rara vez se cumplen, pero pueden afectar negativamente la motivación. Como referencia, incluso perder el 10% del exceso de peso al año debe considerarse como un logro importante.
Con este objetivo, los cardiólogos recomiendan que dediques al menos 150 minutos de actividad física por semana, en lo posible que no sean de impacto. Caminar es una excelente manera de superar la pereza e involucrarse en un estilo de vida saludable. El nivel de actividad física debe incrementarse gradualmente.
Para motivarte a ejercitarte, busca actividades físicas adaptadas a tus horarios y personalidad. Si eres más extrovertido, busca deportes de grupo y entrena con amigos o compañeros de trabajo. Si eres de aquellos más introvertidos, seguramente te sientas más cómodo escuchando música y practicando deportes a solas. Poco a poco irás agarrando el gusto a nuevas sensaciones y emociones.
La fibra dietética soluble e insoluble tiene un efecto positivo sobre el metabolismo y el estado del sistema cardiovascular. Comer fibra mejora significativamente los marcadores de salud en personas con presión arterial alta, niveles de colesterol y glucosa.
La fibra soluble es capaz de absorber agua y se convierte en una sustancia gelatinosa en el tracto gastrointestinal. El beneficio de esta fibra es que sirve como alimento para las bacterias beneficiosas, actuando como un prebiótico natural.
A su vez, la fibra insoluble tiene una estructura más gruesa y es importante para el movimiento mecánico de los alimentos a través de los intestinos. Su falta en la dieta conduce al estreñimiento.
El síndrome metabólico es una combinación de diabetes, hipertensión y obesidad. Una nutrición adecuada y la actividad física regular pueden eliminar sus síntomas, mejorar el bienestar general y la calidad de vida. Esto se refleja como prevenir e incluso curar enfermedades crónicas graves como la diabetes tipo 2 y la hipertensión.
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